Desde sus comienzos, Selecciones destacó historias
de vida de personas que poseen o sufren condiciones singulares de todo tipo, y
se sobreponen a ellas, usándolas para ayudar a los demás. De la nota Superhéroes de los sentidos, escrita por
Katrin Bennhold y publicada en Abril de 2017, destacamos el siguiente recuadro.
Un par de prodigios médicos
La mujer que huele el Parkinson.
La agudeza olfativa
de Joy Milne, residente de Perth, Escocia, podría ayudar a los médicos a
diagnosticar esta enfermedad común. A fines de los años 80, Joy noto un cambio
en el olor natural de su esposo, Les. A este le diagnosticaron el mal de
Parkinson en 1995, y cuando Joy asistía a las reuniones de la organización no
lucrativa Parkinson’s UK se dio cuenta de que otros paciente olían igual que
Les. Le contó esto a un científico, quien le hizo una prueba: le dio a oler 12
camisetas. El día anterior seis de ellas habían sido usadas por enfermos de
Parkinson, y las demás por personas sanas. Joy hizo 11 identificaciones
correctas y discrepó con los investigadores en cuanto a la última. Ella dijo
que la camiseta era de un enfermo de Parkinson, y ellos los negaron.
Quedaron atónitos cuando, ocho meses después, le diagnosticaron Parkinson a esa persona. Hoy día los científicos usan la información aportada por Joy para tratar de identificar marcadores biológicos asociados con los cambios de olor. Así podrían diseñar una prueba para identificar el mal, lo que actualmente se hace por observación. Mi esposo sufrió 21 años por la enfermedad… pero la tenía desde muchos años antes”, comentó Joy a Scientifican American (Les murió en 2015). “Me gustaría que otros no sufrieran tanto como él”.
El médico que siente el dolor de sus pacientes.
Para mucha gente, ver una película de terror es una ocasión para disfrutar de las emociones ajenas. Para el neurólogo Joel Salinas, en cambio, es una experiencia muy real. Salinas, residente de Bostón, Massachusetts, tiene una condición llamada sinestesia táctil de espejo. Si ve que abrazan, golpean o pellizcan a otra persona, experimenta sensaciones físicas casi iguales. Cuando fue a ver El último exorcismo y uno de los personajes se rompió el cuello, sintió un intenso dolor que casi lo asfixia. Salinas ha tenido esta condición toda la vida, pero no supo su nombre –ni que afecta a menos de 2 de cada 100 personas– hasta que empezó a estudiar medicina. Él cree que lo ha hecho un mejor médico, ya que “puedo ponerme en los zapatos de mis pacientes vívida e involuntariamente”, dijo en un foro de reddit.com. Sin embargo, en su trabajo se debate todo el tiempo entre “sentir” el malestar o la ansiedad de un paciente (por ejemplo cuando realiza una punción lumbar siente que la aguja le penetra la espalda) y dejarse abrumar por esas sensaciones. Ha ideado estrategias para enfrentar el asunto, como centrar su atención en los dedos de sus pies. Si bien su condición es agotadora, el doctor Salinas no quiere librarse de ella. “Cualquiera otra sensación que tuviera seguramente me parecería anormal”, dice.